Matthias Sindelar, mejor persona que futbolista
El hombre que décadas más tarde sería votado como el deportista austriaco del siglo nació en la localidad bohemia de Jihlava, incorporada entonces al Imperio Austrohúngaro, en el seno de una familia judía obrera de etnia checa, que se trasladó a Viena en 1906 en busca de un mejor trabajo para el padre de Matthias, un empobrecido fundidor y herrero. Sindelar vivió con su familia en el barrio obrero vienés de Favoriten y allí comenzó a jugar fútbol en las calles, donde se ganaría el apodo de Hombre de Papel por su extraordinaria habilidad para pasar entre los defensores rivales.
Sindelar fue convocado al "partido final" de la selección austriaca de fútbol contra Alemania tras la anexión de Austria a la Alemania nazi en 1938, siendo que dicho encuentro fue planeado por las nuevas autoridades nazis como un juego amistoso de "bienvenida" de los futbolistas austriacos a su integración en el equipo del Tercer Reich. El partido se disputó el 3 de abril de 1938 en el Estadio Prater de Viena y pese a que se esperaba que los futbolistas austriacos permitieran un fácil triunfo alemán, Austria venció por 2-0 con goles de Karl Sesta y Sindelar. El propio Sindelar anotó el segundo gol y lo festejó ruidosamente bailando fente a la tribuna donde estaban sentados los dignatarios nazis invitados al juego, lo que enojó a éstos.
Sindelar fue encontrado muerto junto a su novia, Camilla Castagnola, italiana de origen judío, en su departamento de Viena el 23 de enero de 1939. Los informes oficiales de la época indican que la causa de muerte fue inhalación accidental de monóxido de carbono. Versiones de la época atribuyen la muerte a militantes nazis que sabotearon el conducto de gas para matar lentamente a Sindelar, aunque otros especulan que Sindelar y su pareja prefirieron el suicidio ante las presiones del régimen nazi. No obstante las leyes alemanas prohibían entonces funerales públicos para los suicidas y los jerarcas nazis ocultaron la real causa de muerte ante el temor que negar un funeral público a Sindelar provocaría la indignación de los vieneses, que ya lo consideraban un héroe popular...
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